Pan fresco, legumbres, frutas, vino, frutos secos, cereales y sobretodo aceite de oliva. Estos son algunos componentes de la dieta mediterránea, una alimentación que aporta mucho a la salud.
Aunque la dieta mediterránea varía de país en país, hay ciertas características exclusivas de esta forma de alimentación. Utiliza productos frescos, la preparación de la comida es sencilla (hervida o asada), promueve consumo moderado de vino, sus alimentos son ricos en fibra y las porciones son mesuradas. (ver enlace)
El protagonista de la dieta mediterránea es el aceite de oliva. Sus beneficios incluyen la gran cantidad de antioxidantes que posee y su poder para combatir el colesterol. Además ayuda a la digestión y a la hipertensión. Incluso se lo utiliza para tratamientos cosméticos de piel y cabello. Como es una grasa se lo debe consumir también con moderación, pero es mucho más saludable que el resto de aceites.
El vino también tiene sus propiedades medicinales. Los médicos lo pueden llegar a recetar para combatir problemas cardíacos, en especial para personas propensas a infartos. Funciona también como un buen digestivo, diurético y antidepresivo. Rafael Loza dice que toma una copa de vino en la cena desde hace 10 años y que esto lo ayuda a dormir.
Incluso la Unesco ha reconocido la importancia de la dieta mediterránea, declarándola Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad por transmitirse de generación en generación y reinventarse constantemente.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario