Cuando Dolores dio a luz a su hijo David en el 2006 se asustó al notar una mancha azulada en los glúteos y espalda del bebé. Su primera impresión es que era algún tipo de golpe serio. Más tarde se enteró que esta afección de la piel se llama mancha mongólica y que no era para nada peligrosa.
Las manchas mongólicas son muy comunes en los recién nacidos. Se caracterizan por ser de colores azulados, grises o verdosos, con bordes irregulares y localizadas en los glúteos y la espalda.
Se produce por el exceso de melanocitos, células que protegen y pigmentan la piel y son completamente inofensivas, no tienen relación con el Síndrome de Down ni ningún tipo de mongolismo. Se las conoce como manchas mongólicas porque son muy comunes en esta región de Asia y hay mucha incidencia en bebés de razas indias y negras.
Las manchas no necesitan de ningún tratamiento, muy probablemente desaparecerán en los primeros años de vida. Este fue el caso de David, ahora tiene cuatro años y la mancha desapareció por completo
El mito detrás de la mancha mongólica es que ese bebé no quería nacer y los espíritus de los pueblos orientales debían darle una patada para empujarlo a la vida dejándole una marca.